Hoy quiero recomendaros tres películas, no solamente para llamar a la reflexión sobre el autismo, si no sobre la importancia de apreciar a cada persona como única, diferente y peculiar, con o sin diagnóstico establecido. Porque, incluso para las personas categorizadas como «normales», el mundo puede resultar un lugar confuso, incomprensible y complejo de manejar.
De un modo u otro, todos necesitamos sentir que somos bien recibidos y respetados en nuestra forma de estar en el mundo sin necesidad de justificarnos. Con nuestros parecidos y nuestras diferencias. Porque, en el fondo, a mi parecer, no somos tan distintos y esencialmente en la búsqueda del amor y la felicidad se resume todo.
Mary and Max es una película de animación dirigida por Adam Elliot. Está basada en hechos reales y nos cuenta la historia de una amistad por carta entre una niña australiana y un hombre que vive en Nueva York cuyas realidades vitales no están muy distanciadas a pesar de la distancia.
Seguimos con Temple Grandin, también basada en hechos reales y dirigida por Mick Jackson. Cuenta la historia de una mujer nacida en 1947 que llegó a convertirse en una de las científicas más brillantes de ese momento.
Y vamos con el tercer título para hoy.
Esta película, traducida al español como Mozart y la ballena, fué dirigida por Petter Naess y narra la historia de amor entre Donald e Isabel.