Hoy toca «Melodías de guerra», un interesante documental que nos muestra cómo la música puede ser un refuerzo muy poderoso para lograr determinados fines, y en este caso, en absoluto terapeuticos.
Al inicio del documental vemos como Christopher Cerf, compositor de la música de «Barrio Sésamo», descubre que en 2003 la CIA empleó su popular canción para torturar presos en Guantánamo. Emprende entonces un camino para poder comprender en qué consiste este método.
La tortura musical, tiene, al parecer, muchos años de historia. Resulta sorprendente descubrir que a principios de los 50, Chinos y Koreanos la hubiesen puesto en práctica durante la guerra de Korea.
Posteriormente, la «Guerra musical» tambien fue llevada a cabo en Vietnam, donde los soldados llevaban altavoces en sus equipos para hacer sonar diferentes sonidos a fin de desmoralizar al bando enemigo.
Este método es un procedimiento de tortura psicológica basado en la utilización de música o músicas a todo volumen con la intención de debilitar y sublimar a la persona que lo sufre. El objetivo es que ésta, colocada durante horas con unos auriculares en una posición muy incómoda, termine por vincularse a su interrogador hasta el punto de considerarlo como un salvador, ya que es el que tiene el poder de interrumpir el sonido, y termine por compartir con él la confesión por la cual se encuentra en esa situación.
En la universidad de Montreal se realizó un estudio acerca de la influencia de la música en nuestros sentimientos. El experimento concluyó en que la música puede producir incomodidad, desencadenar miedo e incluso ansiedad, aspectos que la hacen perfecta para cualquier tortura o intención de control sobre la voluntad del otro. Ésto podría explicar tambien por qué la música ha estado siempre tan vinculada a contextos bélicos.
La historia de la música y la guerra es tan antigua como la guerra en sí misma. Desde la antigüedad podemos encontrarnos múltiples muestras de como ambas han ido de la mano. Por ejemplo, el empleo de determinados instrumentos para enviar señales en el campo de batalla, o la introducción de determinados ritmos para reforzar la moral de las tropas.
Se ha observado que la música cantada ensalza el sentimiento de unidad y solidaridad y es por esto que durante el imperio alemán se emplearon canciones patrióticas para motivar a las tropas. Por ejemplo, para Adolf Hitler, conocedor de estos efectos, la música supuso una herramienta de manipulación crucial. Se encargó de supervisar la producción y distribución musical a fin de controlar la música que escuchaba su pueblo.
¿Pensáis que la música tiene mucha o poca influencia sobre nosotros a través de los estímulos de la vida cotidiana?
¿Se os ocurre algún ejemplo?
¿Alguna vez habéis vivido una situación desagradable debido a los sonidos o músicas del entorno?
Hoy termino con una cita de Christopher Cerf y os dejo un vínculo a «Zoolander», que será la película para el próximo post de la serie. Haced los deberes para evitar spoiler.
¡Toca un poco de humor carambas!
«La música es una manera de controlar el entorno, y si a través de ella alguien es capaz de controlar el entorno de otra persona, logrará quitarle su voluntad… Eso sí que es un arma muy poderosa… Lo que tiene que ponernos en guardia no es el uso de la música, si no de la tortura…»
¡Hasta la próxima!