Ya está aquí mi otoñal colaboración para O mundo ao revés.
Preparad el sofá, la manta, algo calentito y las ganas de pasarlo bien.
Ya estamos en Octubre. El Otoño se hace notar con sus días cortos, las hojas por el suelo y la bajada notable de temperaturas. Sí. Ya es oficial. El “cambio de armario” se ha hecho inminente.
Se que para los planes familiares es un poco rollo porque las horas de parque y disfrute en el exterior se ven reducidas, salvo que con valentía hagáis acopio de abrigo blindado y katiuskas, claro, así que para mi post de este mes se me ha ocurrido hablaros de un concepto que a mi me encanta, que se llama “pelimanta”. Y sí. Sencillamente es lo que se lee. Pelí, manta, y goce absoluto.
Yo soy muy fan de devorar películas envuelta en una manta. Me encanta observar y analizar el papel de la música en ellas, ya sea formando parte de la banda sonora o siendo elemento importante dentro de la propia historia.
Alfred Hitchcock decía que la banda sonora perfecta es aquella que pasa desapercibida para el espectador, pero que levante la mano el que no haya tarareado la melodía de “Psicosis” dentro de la ducha, o la de “Star Wars” con el mango de la escoba a modo de sable láser.
Sin embargo, hay un caso en el que la música es el cincuenta por ciento de lo que sucede en la pantalla, y es mi recomendación de hoy: El cine mudo.
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